Las bebidas azucaradas son aquellas que contienen azúcar añadido y comprenden desde un jugo casero hasta gaseosas, refrescos, bebidas energéticas, lácteos endulzados y tés. El azúcar añadido más conocido es el azúcar de mesa, que se puede encontrar camuflado bajo una variedad de nombres como sacarosa, glucosa, dextrosa, jarabe de maíz, maltosa y otros.

El organismo no necesita azúcar añadida en la alimentación, ya que obtiene cantidad suficiente y de mejor calidad a partir de las frutas, los lácteos, las leguminosas o granos secos y el resto de los alimentos en menor proporción. Por ser innecesaria, el consumo en exceso de bebidas azucaradas se relaciona con enfermedades como obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares (corazón y vasos sanguíneos), caries dental, molestias intestinales y otras, riesgo que aumenta si son consumidas desde la infancia. A esto se suma la conducta adictiva generada por el azúcar que incita a un consumo sostenido. Por ejemplo el consumo  diario de  bebidas azucaradas  duplica el riesgo de padecer diabetes en adultos, aumenta el riesgo  de morir  un 20-30% y  por cada    vaso de bebida  azucarada que un niño consume   aumenta su riesgo de ser obeso un 60%.

Desde el punto de vista nutricional, los azúcares añadidos a las bebidas significan una gran parte de calorías innecesarias. Las grandes cantidades calorías aportadas por las bebidas azucaradas tienen poco valor nutricional  y un mínimo o nulo contenido de proteínas, vitaminas y minerales, constituyendo únicamente una fuente de calorías vacías, conservantes, colorantes y otros aditivos. Además, tienen un índice glicémico alto, elevando rápidamente la glicemia y desencadenando una alta secreción de insulina que con el tiempo es nocivo para la salud.

Existen opciones más saludables y no dañinas como el agua, que tiene un sinfín de beneficios para el organismo; agua con zumo de limón; infusiones de frutas frescas en las que se agrega rodajas o trozos de fruta al agua, se deja reposar y se sirve fría resultando en agua impregnada del sabor de la fruta; extractos de hierbas, infusiones o bebidas aromáticas que ofrecen propiedades relajantes y antioxidantes; agua con gas o carbonatada cuyas burbujas producen un efecto placentero y refrescante; sodas tipo Bretaña, preciadas por su sensación efervescente, pero que se deben consumir con moderación por su contenido de sodio; agua de coco que es refrescante, baja en calorías y rica en electrolitos.

Por lo ya mencionado, lo recomendado es evitar las bebidas azucaradas o al menos considerarlas como una excepción (Por ejemplo en una reunión familiar o fiesta)  o última opción, y no como un sustituto del agua, consumiéndolas ocasionalmente, sin excederse y eligiendo la versión light, dietética, sin azúcar o endulzando artificialmente y moderadamente con otros tipos de edulcorantes como stevia, sucralosa, splenda (De manera ocasional como una alternativa, sin excedernos). Adicionalmente, si uno de los tres primeros ingredientes de una bebida es el azúcar en cualquier presentación, o si contiene más de 12 gramos de azúcar por porción, considere elegir otra opción más saludable. Que el agua siempre encabece la lista de opciones.